La distancia entre el encino del terreno frente a mi casa,
y estas manos que envejecen, tratando de alcanzar las manecillas
del reloj,
es una pantalla.
Pantalla que plasma la historia de la vida
– desde su creación y no creación-
-desde que se conoció el sueño, cansancio –
el misterio de las cosas que uno mismo se encuentra,
al ondear la bandera de la muerte sobre las nubes oscuras;
al patinar sobre el lago congelado por las palabras frías que me sopló la infancia.
La distancia entre el encino de en frente y mis ojos que se apagan, radica en que,
cuando fue sembrado, la Luz lo crió al son de caricias de oro,
y al crecer, sus gritos se convirtieron en susurro
-mi arrullo-.
Todo lo contrario a lo que soy o alguna vez fui.
Tendré que abrazarlo, para apreciar mi imagen en su tronco.
*Painting, «The Charter Oak», Frederic Church, 1846 – 47.

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