El jaguar que ruge entre la sierra
el artesano que teje su historia
la arena de San Blas entre mis dedos.
Un amanecer visto desde el cerro de San Juan
y el istete con limón entre los dientes.
Un pescado zarandeado en la riviera,
el son de la negra desde el pecho de cantantes
(a todos les dije que sí y no les dije cuando).
Mi tierra son las ganas de triunfar
de llevar su nombre entre mis pares
contarle al mundo que no hay mejor lugar
para dormitar el alma y respirar paisajes.
Seres de hierro que no se rinden
desde el salir del sol en el campo,
hasta la gélida noche entre cañaverales.
Así es la tierra de guardianes de pluma,
con el cielo de venados azules,
y el corazón de barro que esculpe
a los hijos del Rey Nayar.

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