La poeta del pueblo: memoria y resistencia de María Esther Parra Camacho

La vida y obra de María Esther, poeta nayarita, representa el testimonio de muchas mujeres que, sin acceso a los espacios formales del reconocimiento, cultivaron una obra profunda desde la vida cotidiana, guiadas por la sensibilidad, la conciencia histórica y un firme compromiso hacia su comunidad.

El 17 de mayo de 1934, en la casa señalada con el número 188 de la calle Hidalgo, en Ixtlán del Río, Nayarit, nació María Esther Parra Camacho, décima hija del matrimonio formado por don José Parra Ibarra, originario de Etzatlán, Jalisco, y doña Beatriz Camacho Ramos, nacida en la Barranca del Oro, Nayarit. Fue registrada formalmente el 25 de mayo de ese mismo año por el juez Mariano Acosta y bautizada en la iglesia parroquial del pueblo por el presbítero J. Manuel Rivera, con el padrinazgo de los señores Juan Parada Escobedo y María Guadalupe Cobián de Parada.

Su infancia estuvo atravesada por un accidente que dejó una huella permanente en su cuerpo: con apenas once meses de edad, su nana la dejó caer desde un puente vehicular sobre el Río Chico. La caída, inicialmente silenciada, causó una lesión en la columna que le impidió caminar durante su primera infancia. Años más tarde, gracias a la intervención de su hermana Crucita, fue atendida en una clínica de ortopedia en la Ciudad de México, donde inició un largo proceso de cirugías que le permitió, finalmente, caminar con el apoyo de muletas.

Lejos de verse limitada por su discapacidad, María Esther desarrolló una personalidad firme, decidida y apasionada. Desde joven, desafió las expectativas montando a caballo en los llanos de Ixtlán, realizando suertes ecuestres con temeridad. Su hermano mayor, Florentino, fue quien, a escondidas de sus padres, le obsequió el caballo con el que cultivó esta pasión que simbolizó su libertad.

María Esther Parra Camacho. Juventud. Fotografía con fecha desconocida.

Se autodenominaba amante de la música de los grandes maestros, entre ellos Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven y Antonio Vivaldi, cuyas composiciones la acompañaron a lo largo de su vida como refugio espiritual e inspiración estética.

Sin embargo, fue en la poesía donde encontró el vehículo más profundo para expresar su mundo interior. En sus versos, habitan la observación aguda de la sociedad del siglo XX y una voz auténtica que pronto resonó con fuerza en la comunidad.

Su obra fue reconocida en certámenes, especialmente en los Juegos Florales de Ixtlán del Río, donde fue galardonada en múltiples ocasiones. Su estilo, directo y honesto, le mereció el cariño de su pueblo y el apelativo de la poeta del pueblo.

Fue alumna y amiga cercana del poeta jalisciense Dr. Elías Nandino Vallarta, con quien sostuvo una relación de afecto y correspondencia literaria. Esta conexión con Nandino y su círculo le permitió también un acercamiento al entorno de los poetas del grupo de los Contemporáneos.

María Esther Parra Camacho falleció en 2014. Ese mismo año, su comunidad le rindió un homenaje en la Casa de la Cultura de Ixtlán del Río, donde fue velada entre flores, poesía y palabras de gratitud. Su partida dejó un vacío sensible, pero también un compromiso: el de preservar y reivindicar su legado literario.

El 25 de julio de 2001 se develó la placa conmemorativa de la estatua del apóstol Santiago, representado sobre un corcel, obra impulsada por el entonces párroco, Pbro. José de Jesús Salcedo Curiel. La estatua, recién instalada en el atrio de la iglesia parroquial, fue inaugurada por la poeta María Esther Parra Camacho.
(1975) Fotografías que forman parte de las casas de Ixtlán del Río y municipios del sur del Estado de Nayarit, fueron pintadas con óleo por María Esther Parra Camacho en el estudio fotográfico de Víctor Chávez Pulido.

Hoy, al recordar su figura, se hace imprescindible impulsar el reconocimiento institucional y académico de su obra. María Esther escribió desde el corazón profundo de su pueblo, y su vida —hecha de resistencia y una admirable voluntad de ser libre— merece un lugar digno en la memoria cultural de Nayarit y de México.

La historia de María Esther representa el testimonio de muchas mujeres que, sin acceso a los espacios formales del reconocimiento, cultivaron una obra profunda desde la vida cotidiana, con sensibilidad, inteligencia y compromiso con su comunidad. Su recuperación permitiría dar visibilidad a un legado que forma parte de la identidad cultural de nuestro estado y del patrimonio literario del país.


Hermanas Parra Camacho.
Hermanas Parra Camacho. De izquierda a derecha: Cuty, Cruzita, Beatriz (Madre), Cuca y María Esther.
Estación del ferrocarril, Ixtlán del Río, 1937. José Parra Ibarra abrazando a María Esther.
María Esther Parra Camacho, Nueva York, 1999.
María Esther, 1999.

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