Quiero a mi México pero lo quiero completo;
con sus manos orgullosas que alcanzan el cielo,
con sus raíces que fortalecen a los árboles
y se incrustan en recuerdos de infancia.
La madre tierra también lo quiere y lo acoge
como aquél niñito solo en busca constante de su origen.
País orgulloso de sus lunas y soles
que iluminan el sendero de los débiles, los fuertes y ciegos,
de los imprudentes, de los tiranos y uno que otro santo.
La tierra tiembla al sólo oír su historia.
La historia flaquea al repetir sus errores.
Sus errores son cicatrices que no se borran,
no se borran porque ni el tiempo ni sus hombres
podrán olvidarse de ellas.
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