Vayan a donde el sol no salga
para iluminar la noche, el día y la tarde
que no haya sombra en ningún rincón,
que los fantasmas en pena desaparezcan por siempre.
No sean recordados en el olvido
como una barca vieja que se perdió en la deriva
recuérdense – a solas
llórense – a solas
así la muerte no sabrá que sus flaquezas
son aún más frágiles al final de un ocaso.
Poco a poco los párpados van ganando peso,
la vida misma nos ha tomado de los brazos
y arrullado como a un niño para adormecernos.
Si el fin está en un cerrar de ojos, es mejor nunca más dormir.
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