¿Por qué la soledad se presta al desengaño?,
a la desnudez del cuerpo confundido por sus prendas,
a la ceguera producida por confrontar al sol frente a frente.
No hay respuesta para tal incertidumbre
mientras no busquemos fuera de la cama
o sacudamos nuestros sueños inalcanzables
que en algún momento sólo fueron una molestia sobre la cabeza.
No me resisto a fingir que lo sé todo,
mucho menos por la incuestionable existencia del semidiós
que represento por tener una consciencia a veces imprudente,
el menester de fijar la vista en el finito espacio
y gritar basta cuando la injusticia corroe la verdad con sus mentiras.
Sólo por eso no puedo resistirme a la tentación del yo ante el saber,
aunque a veces no sé ni lo que siento.
Deja una respuesta